26 SEPTIEMBRE DÍA MUNDIAL DE LA PREVENCIÓN DEL EMBARAZO NO DESEADO EN ADOLESCENTES
Cada 26 de septiembre se
celebra el Día Mundial de la
Prevención del Embarazo en Adolescentes, esta conmemoración
ofrece a todas las instituciones y a los adolescentes una fecha común para
organizar actividades que pongan de relieve la importancia de estimularlos,
junto a los niños, las familias y las comunidades, valores de responsabilidad
en los procesos asociados a la sexualidad reproductiva y a la emancipación del
género a fin de minimizar el índice de embarazo temprano en el país.
El embarazo se denomina
precoz cuando ocurre durante la adolescencia, es decir, desde los once hasta
antes de los dieciocho años. En esta época los jóvenes no reúnen las
condiciones de madurez sexual ni social para asumir responsablemente la maternidad.
Esto es hoy en día un
problema de salud pública, no solo asociado a los trastornos orgánicos propios
de la juventud materna, sino porque están implicados factores socio-culturales
y económicos que comprometen tanto a la madre como al hijo. Como es sabido en
la adolescencia es una etapa en la cual ocurren un conjunto de cambios
fisiológicos, sociales y emocionales. Si la adolescente tiene menos de 15 años
se observa mayor riesgo de aborto, parto pretérmino o parto por cesárea por
inmadurez fisiológica. Si es mayor de 15 años, la embarazada tiene el mismo
riesgo que una paciente adulta, excepto si está mal alimentada, o si se
encuentra en situación de abandono por parte de su pareja o familia, por otro
lado es posible que la adolescente no esté preparada para asumir emocionalmente
el compromiso de un bebé o necesite mayor apoyo.
Orientación e Información son
las palabras clave. Los adolescentes que muchas veces carecen de la
información necesaria, no sólo se exponen a un embarazo no deseado sino que
componen una población de alto riesgo para el contagio de enfermedades de
transmisión sexual que, además, pueden afectar su fertilidad futura.
“La
educación integral de un niño o una niña debería contemplar la educación sexual
orientadora desde la infancia, a la medida de la demanda y comprensión del
niño/a. Del mismo modo en que se educa para hábitos de higiene y nutrición
adecuada, para cuidar la vista y la audición, debe educarse para la salud
sexual y reproductiva. Para evitar los abusos, para que la persona sepa conocer
su cuerpo y no sienta que existen “lugares prohibidos”, para que sienta amor y
respeto por su cuerpo, como parte integrante de su ser y autoestima y aprenda
como cuidarlo.
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